Y me divierte, pero no me llena, me hace sonreir, pero no es mi alegría.
Y lo miro a sus ojos, mientras otras miradas vienen a mi cabeza, miradas que no deberían dejar tal huella.
Y sé que no debo, sé que no tengo que hacerlo, y lo hago.
Pero ya no hay disgustos, ni peleas, ni sermones, ni tristeza.
Sólo está el momento, que no me viene, ni me va, sólo es el durante.
Lo disfruto si me siento cómoda, lo evito si no me siento agusto.
Y al otro día ya no rodea por la cabeza, y si es que se da una que otra vuelta, no es nada importante.
Y digo : hasta aqui llegan estas relaciones, que ni relaciones son.
Y a la semana después lamento retractarme, a la semana que viene no lo dudo y llamo.
¿ como estás ?
.
En realidad quiero verte.
( quiero verte )
Y la diferencia entre amor y deseo es muy marcada, de amor no es casi nada, de deseo en abundancia y me comienzo a sentir mal, a alejarme y a hacer el papel de niña asustada, que de papel poco tiene, es.
Y volví a esperanzarme y desesperé.
Y es que cuando hay tanta calma suelo aburrirme, ni yo entiendo por que.
Llega lo tormentoso y tiendo a tomarle un mejor gusto, tiene que ser tormentoso.
Luego de la tormenta ya nos conocemos, sabemos como reaccionamos a situaciones límite y sé poco de muchas cosas más.
En medio de la tormenta se busca un refugio, aveces ese refugio lo construyo yo misma y no hago más que poner una muralla china con las personas, si no es así, me refugio en quien no debería, provocando que la tormenta se vuelva más destructiva y termina acabando con lo que habíamos construido.
Al día siguiente trato de despejarme visitando algún lugar limpio, un lugar alejado, lejos de quienes me conocen y no conozco.
Y sigo con lo mio, pensando... tengo que organizar más mi tiempo.
¡ mira la hora ! llegaré tarde.
Tarde, tarde, tarde.
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